Esta magnífica villa de obra nueva fue todo un reto por la singularidad del terreno.

Situada en una zona residencial junto a un campo de Golf, destaca por su especial diseño y disposición, formado por 2 plantas y un anexo para el garaje y cuarto de instalaciones.

La vivienda crea un ritmo compositivo en el que la geometría que predomina en planta es un rectángulo. Este ritmo en la parte superior está determinado por una sucesión de volúmenes “llenos y “vacíos” que hacen la función de crear espacios privados, todo con un patio interior ajardinado con una impresionante palmera sobre un muro de piedra, uniendo las dos plantas y aportando una excelente iluminación a ambas plantas.

Sin barreras visuales, pero sutilmente diferenciadas, conviven la zona de la cocina, comedor y salón.

El baño principal toma protagonismo en el dormitorio unido a los vestidores, comunicándose en una zona funcional y de relax.

Una vez más, la iluminación indirecta escondida genera un entorno especialmente propicio para el confort y el descanso.

Una arquitectura sin detalles superfluos en la que la orientación, a través de su forma, estructura y materiales, se vuelve crucial.

Una perfecta ordenación de los espacios, la elección de materiales específicos junto con la estudiada orientación, son los ingredientes básicos que conforman esta obra llena de orden y equilibrio. Un modo de habitar y conjugar los espacios íntimos con los colectivos.

Los clientes querían huir del minimalismo y se optó por mobiliario y acabados que reflejaran la personalidad de la familia.